¿Y las propuestas?
- Billy Valiente
- 12 dic 2020
- 3 Min. de lectura
¿Que hacer para empezar a cambiar a El Salvador? Muchos esperan una guía de pasos muy complicados, teorías económicas y grandes propuestas políticas. A juicio de este servidor, hay demasiadas cosas que hacer por nuestro país, pero el primer paso que debemos dar está claro, lo que nos va a permitir crecer, cambiar y dar los primeros pasos a un país diferente es la cultura. El problema es que la cultura es algo tan complejo que no se puede transformar de la noche a la mañana, es un proceso generacional que arrastramos de siglos y que para ver los frutos del cambio tenemos que comenzar ahora para que nuestros nietos vean la prosperidad. He ahí el primer obstáculo que debemos superar, aceptar que nosotros somos generaciones condenadas a sobrevivir enmedio de la perdición, desprendernos del egoísmo y pensar a futuro, que nosotros estaremos mal a costas qué nuestra descendencia pueda vivir mejor. La intolerancia, el machismo, el irrespeto, la envidia y muchos otros elementos negativos forman parte del salvadoreño promedio día a día, quitar eso costará décadas, al menos 3 generaciones después de nosotros, entender que si crece mi hermano crecemos todos, en vez de sembrar odio, hará que demos pasos gigantescos hacia el futuro. La cultura salvadoreña es la cultura de la comodidad, que otro haga lo que a mí me toca o no me afecta, vivimos preguntándonos ¿Por que tengo que hacer algo yo por mi semejante? ¿Que tiro la basura por la ventana del bus? -No es mi casa la que se inundará, que se joda el otro. ¿Que me metí a la fila gracias a un chero que me conocía y rompí el orden? -Que se jodan los que vienen detrás ¿Que llegué tarde a una reunión? -Que me esperen, yo no estoy listo Y así podríamos seguir con ejemplos cotidianos, en los que reina el egoísmo por sobre todo lo demás. Mientras no aceptemos que nuestras costumbres y tradiciones no son positivas, van a seguir viendo a personas como yo como incómodas de leer, con hueva, con repudio y optando por mejor callar y distraerse con cualquier cosa que me haga olvidar la realidad en que vivimos. No los culpo, para eso es la industria del entretenimiento, para embriagarnos de series, música y deporte, el problema es la resaca que viene después y más cuando no tengamos para pagar el vicio, la abstinencia mata, y aquel que ha estado dormido al darse cuenta lo crudo que es la realidad opta por quitarse la vida, y ya estamos viendo hasta menores de edad en depresión y suicidio. Las deudas, el estrés, el desempleo, la pobreza, el hambre, la violencia y los hijos no deseados van al alza, el ser humano colapsa, tiene un punto de quiebre, un sitio al que muchos ya llegaron y en su desesperación y agonía recurren a la delincuencia para saciar el hambre. Y no me importa que me llamen loco por profetizar un cataclismo social, es que ya estamos en uno desde hace años, desde que empezamos a ganar en colones pero gastar en dólares el hambre empezó la marcha de difícil retorno. Podemos proponer miles de medidas económicas, pero si culturalmente no somos abiertos al cambio y sacrificio, aquí puede venir el presidente del milenio y vamos a seguir igual. El hambre no se acabará mejorando la cultura, pero al menos nos ayudará a tener empatía con el hambriento, no a ignorarlo en la calle.

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